domingo, 15 de mayo de 2011

La caña de azúcar

La exportación de azúcar fue uno de los pilares de la economía canaria desde los primeros años de la conquista. Está documentado que ya en 1508 había azúcar canario en Amberes. Sirvió para atraer riqueza y equilibrar la balanza comercial.
En la primera mitad del siglo XVI había cuatro plantaciones de caña de azúcar en La Palma. Hacia 1550 el azúcar  llegó a su apogeo. Sobre él se cimentaron las primeras grandes fortunas isleñas. El área de cultivo en Canarias correspondía a las zonas de costa, en altitudes inferiores a los 500 metros, en las que se unían condiciones óptimas de temperatura y además la  pluviosidad permitía el riego artificial.
A partir de 1554 comienza a disminuir la producción, como  resultado en parte de la inmigración de los maestros del azúcar a las grandes y nuevas explotaciones americanas que necesitaban de expertos en la elaboración del azúcar cuyos puestos estaban  bien remunerados. Aparte de esto ni el clima ni los suelos de la isla son los apropiados para el cultivo de caña en condiciones competitivas con las zonas tropicales. Para poder hacer frente a la competencia se levantaron  una serie de impuestos sobre el azúcar importado,  impuestos cuyo efecto fue que el azúcar americano alcanzase hasta tres veces el valor del precio original.
No obstante, esto no fue suficiente. Pese a haber dificultado la venta de azúcar importado había  numerosas diferencias que hacían la competencia inviable. La caña se cultivaba de una forma primitiva, con bajos rendimientos,  sin emplear maquinaria avanzada como la que se usaba en las explotaciones de América. Además, las variedades de caña eran  pocas  y  nada selectas, no se disponía de tanto combustible como en América para la cocción del guarapo que, además, debía repartirse,  ni tampoco se disponía de una mano de obra tan barata como los indios paganos  recién conquistados (candidatos a ser esclavos) del Nuevo Mundo, que no cobraban una parte de la cosecha al recogerla.
El cultivo sólo podía extenderse en bancales; no es comparable con las amplias terrazas de los valles dominicanos o puertorriqueños .Y no es comparable en rendimiento del suelo por muy intensivo que fuera el cultivo, pues la escasez de tierras era tan evidente, que forzosamente debían agotarse antes y se debía rotar con otros cultivos mas la tierra era tan  limitada que durante un tiempo dentro de las propiedades de un particular en ningún campo se estaba cultivando caña(además de que en las islas la tierra es escasa y costaba mucho más adquirir una parcela que  en América), y los propietarios  no estaban dispuestos a reunirse y aunar tierras y esfuerzos para propiciar la rotación  y adaptarse a la competencia. Del mismo modo, no es comparable tampoco desde un punto de vista climatológico, pues en Canarias es necesaria la irrigación artificial y, por otra parte, al ser escasas las lluvias, se limitaba temporalmente la molturación cañera en los molinos, que eran movidos por energía hidráulica.
En resumen, Canarias suministró azúcar de alta calidad y en apreciable cantidad a los mercados europeos  durante algo más de sesenta años hasta el declive final de la producción de este producto provocando un breve periodo de pobreza. Sin embargo dicha producción fue sustituida, fundamentalmente, por el creciente comercio y producción de vino, que se reveló como más productivo a largo plazo, proyectándolo hacia América y la y Europa.